La distancia entre dos cuerpos muy pequeños o partículas masivas o
energéticas, no es más que una curvatura espacio-temporal, infinitesimal. Esto
es descubrir el agua tibia, pero el entrelazamiento cuántico entre esas mismas
partículas o cuerpos, es un bucle de este fenómeno: una especie de fusión de cuerdas
formada por dos cuerpos con un tamaño crítico, o partículas; cuyas fuerzas de
intercambio resultantes entre ellos o ellas, dependería de la capacidad de interacción
de la resultante total de las partículas trasmisoras de las fuerzas que están
en juego, con el campo de Higgs.
Estos objetos o partículas, quedarían unidos por una fuerza tan grande que,
aunque tratáramos de separarlas, lo que haríamos seria deformar el tejido espacio
temporal que las rodea. Una especie de principio de equivalencia del
espacio-tiempo. Si, los o las distanciamos, geométricamente, aunque sea hasta
el infinitico, siempre continuaran unidas a través de esas cuerdas deformadas.
Es decir, al experimentarlas, podríamos varias su distancia geométrica, mas no
su condición espacio-temporal intrínseca. Es como si hubiese una quinta dimensión
escondida para los observadores que avistan el fenómeno, o como si la inmensa
fuerza que une sus cuerdas, frenara el espacio tiempo. Esta virtud del
entrelazamiento cuántico, podría explicar la existencia de una gravedad
cuántica, desconocida para la ciencia.
Este mismo fenómeno, a la inversa, podría explicar también, el hecho de
que, en los agujeros negros, al estar las partículas unidas de forma
infinitesimal, aplastadas por la inmensa gravedad, los radios en los recorridos
libres medio de dichas partículas, jamás serían cero. Por ello, dentro del
agujero negro, siempre existiría entropía. Por lo tanto, su temperatura, para
todos los casos, sería mayor a la del cero absoluto.