El día que Cartagena se jodió

                                                                                        Foto tomada de internet

Ese día fatídico del año de 1947, cuando el entonces presidente Mariano Ospina Pérez, haciendo gala de un populismo extravagante, preguntó a los cartageneros qué querían, si el alcantarillado sanitario o el estadio de béisbol, y el pueblo, enardecido por la sede del Mundial de Béisbol Aficionado, respondió que el estadio, se inauguró oficialmente en la ciudad la desigualdad multidimensional que hoy, 74 años después, aún no hemos podido superar.

Lo incomprensible de este ofrecimiento se basa en que ese mismo gobierno fuera el que promulgara la primera Ley de Ordenamiento Urbano, como lo fue la Ley 88 de 1947, que dio origen al Plan Regulador de 1948, que en la práctica es el primer ordenamiento urbano de la ciudad, habida cuenta que el Plan Pearson de 1914 no era vinculante.

Desde al año de 1909, Cartagena era ya un destino turístico reconocido mundialmente, donde atracaban vapores colmados de turistas. Pero fue con la expedición de la Ley de Promoción Turística de la década de los años 30 cuando la ciudad tomó acciones en su territorio para adecuarlo al mercado turístico. Este hecho impulso la ejecución del Plan Pearson de 1914.

Con la ejecución de este plan también se inaugura la política de erradicación de tugurios, del extrañamiento a las comunidades marginadas, con los traslados a la periferia, de los llamados corregimientos de Pekín, Pueblo Nuevo y Boquetillo. Esta política pública se institucionaliza con la creación de la Oficina de Erradicación de Tugurios y el traslado definitivo, en los años 70, del barrio Chambacú.

Para la época en que se puso a los cartageneros a escoger entre un estadio o un alcantarillado, Cartagena ya era reconocida mundialmente como una ciudad turística, portuaria e industrial. Por ello, el Plan Regulador de 1948 lo que pretendía era adecuar el territorio para que esas tres actividades funcionaran correctamente. Sin dejar de reconocer que estos usos del suelo nos han dado la pujanza económica y el reconocimiento mundial que tenemos, no podemos pasar por alto que la ejecución de estas políticas, sin tener en cuenta la integralidad del territorio en sus ejes de sostenibilidad ambiental, social, económica y cultural, por desgracia, nos ha conducido a la profunda desigualdad en donde nos encontramos.

Esta desigualdad ha sido el caldo de cultivo de todos los males sociales que nos aquejan, especialmente el clientelismo político, exacerbado por la elección popular de alcaldes y gobernadores.

Esta noble institución nos ha asumido en el más completo caos, por la incapacidad de la mayoría de los elegidos, tanto a la Alcaldía como al Concejo, y la inestabilidad política y administrativo que nos ha azotado en estos últimos diez años.

En la actualidad, la ciudad va por un mal camino, no porque el alcalde sea corrupto o no haya hecho el esfuerzo de buscar las mejores hojas de vida del país para conformar su gabinete, sino porque, desafortunadamente, a William Dau lo sorprendió el poder cuando solo era un inquieto veedor ciudadano, sin la más mínima preparación para asumir su despacho, y -de ñapa – asesorado por funcionarios que no conocen la ciudad.

Como los males de la democracia se combaten con más democracia, proponemos ampliar la participación ciudadana en los próximos procesos electorales. La invitación es a elogiar la locura y conformar una lista de candidatos y candidatas a las próximas elecciones que sean importantes industriales, comerciantes, prominentes estudiantes, líderes y lideresas que tengan un profundo conocimiento de la ciudad y que, por amor a Cartagena, presten un abnegado servicio.

La idea es constituir un team Cartagena que sea capaz de sacarnos del abismo y del atraso en donde nos encontramos; sobre todo ahora que unas hordas de populistas de izquierda y de derecha amenazan con destruirlo todo.