El tuit de Marbel, es apenas un pequeño suspiro de un mal mucho más profundo de la sociedad colombiana. Sobre todo, esa sociedad traquetizada y construida artificialmente, a punta de fortunas fáciles, quirófanos, redes sociales o medios de comunicación.
La historia es curiosa. Terminada la gesta independentista, sobrevino el odio antiespañol. En nombre de ese repudio, se arrasaron con muchas instituciones civiles y penales, que habían funcionado perfectamente, durante más de 200 años, hasta casi dejar en un limbo jurídico a la naciente república.
Pero la herencia europea, fue reclamada con denuedo por la incipiente elite dominante, para separase de esa clase mestiza o trietnica emergente que, tanto temían, hasta el libertador Simón Bolívar, denominada, parda. Esta fue la primera batalla política de la Gran Colombia, el miedo a la pardocracia, y su primera víctima en la Republica, el almirante José Prudencio Padilla
El origen de la Republica de Colombia, lleva en su seno ese engendro del racismo. El componente indígena del mestizaje, en la mayor parte de la Región Andina, solo ha sido reclamado por algunos pocos, entre ellos, Jorge Eliecer Gaitán; el negro, en cambio, todavía yace bajo la alfombra de la historia del pueblo colombiano.
Aun hoy, las elites de las principales ciudades del País, se esfuerzan por ocultar sus orígenes indígenas o negroides, para enlazarlos con cualquier ancestro europeo. No importa que se trate de un filibustero, delincuente, o un pobre sirviente de un noble español o de cualquier país del viejo continente.
Sin excepción alguna, la gente del interior del País y de algunos sectores de elite de la Costa Atlántica, son racistas y eufemizan con el termino. Las expresiones de cariño que suelen usarse, como mi negro o negra, negrito, negrita, no son otra cosa que un tipo sofisticado de apartheid.
No la tiene fácil Gustavo Petro quien, en un acto de responsabilidad política, ante la fuerza de opinión de Francia Márquez, la eligió como su fórmula vicepresidencial. En una sociedad clasista y racista como la nuestra, elegir a una mujer negra como vicepresidenta, no deja de tener sus bemoles.
Francia Márquez exacerba el racismo, porque es una mujer capacitada, frentera, de una izquierda más radical que la de Gustavo Petro, anti estamento y de propio vuelo político.