No es fácil defender el mototaxismo. Sus impactos negativos en la movilidad y en seguridad de la ciudad son inocultables.
Las recientes medidas tomadas por la Administración Dau, que consisten, básicamente, en liberar el principal eje vial de la ciudad, la avenida Pedro de Heredia, de la congestión vial generada por el mototaxismo, a pesar de haber trasladado el problema a otros ejes viales importantes, como las avenidas Pedro Romero y Del Consulado, han generado resultados parciales muy buenos.
El problema de gobernar para la tribuna es que, casi siempre, se recurre a actos de autoridad y no de gobierno.
Las administraciones mediocres, cuando padecen agudas crisis por su falta de gestión y ejecutorias, en la mayoría de los casos recurren a dar golpes de autoridad para, nuevamente, conseguir los ratings que, en el entender del gobernante, son requeridos para salvar su gestión.
Este es un estilo de gobernar que se ha impuesto en Colombia, desde una perspectiva política errada. Todos los males ciudadanos se pretenden resolver con actos de autoridad, aunque resulten flores de un día y luego, se marchiten para siempre, terminando, la mayoría de las veces, en desajustes sociales de impredecibles resultados.
Las medidas de la actual Administración distrital, concernientes al mototaxismo, es posible que generen excelentes resultados en el corto plazo, pero dudamos de su sostenibilidad en el tiempo; y, más aún, tememos que la guerra por el centavo que se vive entre estos transportistas con la medida tomada por el Ejecutivo local conduzca a un incremento fatal de la accidentalidad.
El fenómeno del mototaxismo es harto complejo y requiere de acciones de gobierno eficaces para que, de forma estructural, se aborde la temática con el fin de no generar más problemas de hambre, de desempleo, de movilidad de las personas que han tomado este medio de transporte como su favorito, ante los vacíos que ha dejado la pésima implementación y dirección del Sistema Integrado de Transporte Masivo -SITM – de Cartagena -Transcaribe; y la misma planificación de la ciudad.
Para poder lidiar con esta problemática social tenemos que entender no solo su complejidad sino, además, desagregarla en sus principales componentes.
La primera diferenciación es distinguir los dos principales actores de este fenómeno: el operario mototaxista, que es el obrero raso de la ecuación, y el empresario mototaxista, entendiendo como tal a aquel que posee en servicio más de dos vehículos de este tipo.
En los primeros debe estar volcada toda la política pública de reconvención laboral, mientras que a los segundos se les debe tratar como empresarios, es decir, personas que toman un riesgo al elegir un negocio o empresa.
De acuerdo una conversación sostenida con el profesor Dewin Pérez, todavía dentro del estudio que elabora el Observatorio Laboral de Universidad de Cartagena no existen cifras exactas de la cantidad de personas que operan este sistema de transporte, pero, de forma cualitativa, se estima que existen aproximadamente 80 mil mototaxistas. No hay cifras de los empresarios de este tipo de transporte, pero nos arriesgamos a estimar que pueden rondar el 10% del monto de los operarios.
Vistas estas cifras, y la magnitud del problema social que abarca, no podemos aplaudir la forma irresponsable como esta Administración está abordando el tema, aunque surjan voces de aplausos por los resultados parciales obtenidos con la implementación de estas medidas.
Como ya lo hemos expresado anteriormente, (leer ‘El mototaxismo en Cartagena de Indias‘), la regulación de este sistema de trasporte pasa por la identificación precisa de la canasta de consumo de los cartageneros y cartageneras. Si no sabemos a dónde va la gente a trabajar, comprar, recrearse o cumplir con sus deberes institucionales, jamás podremos solucionar los problemas de movilidad de la ciudad y mucho menos regular el mototaxismo.
Cartagena, en cuanto a canasta de consumo se refiere, es una especie de embudo. Toda la gente de la ciudad debe desplazarse mayormente, al Centro y a los sectores que aparecen en color rojo y ocre en la anterior figura, para consumir o prestar sus bienes y servicios. Desgraciadamente, el único eje vial colector que llega más próximo a estos sitios es la avenida Pedro de Heredia, alimentada hasta Bazurto por la avenida Pedro Romero y la Transversal 54.
Restringir la prestación del servicio de mototaxis por este eje vial es matar de inanición el mototaxismo, sin fórmula de juicio, y sin ninguna alternativa laboral para más de 70 mil familias cartageneras que derivan su sustento de forma directa de esta actividad.
Pero, por otro lado, entendemos que la reconvención laboral de más de 70 mil personas no es una tarea fácil para el Distrito, la Nación y aún la empresa privada.
Por ello, recurrimos a la audacia y hemos propuesto al profesor Dewin Pérez para que, en su estudio, analice la posibilidad de insertar esta fuerza laboral dentro del Sistema Integrado de Transporte Masivo.
Dadas las características de las personas que suelen utilizar este tipo de transporte, que en su gran mayoría lo usa como una modalidad de transporte público urbano, puerta a puerta, se podría pensar, en aquellos barrios y rutas donde los buses alimentadores solo cubren algunas vías principales, que las motos se reemplacen por bicitaxis eléctricos, que complemente el SITM con la modalidad puerta a puerta, cancelando un valor adicional a la tarifa ordinaria.
Creemos que esta modalidad es factible porque el servicio de mototaxis puerta a puerta es supremamente costoso. Muchos menos onerosa para el bolsillo del consumidor resultaría esta nueva modalidad.
Y para aquellos ‘magnates’ del mototaxismo, que los hay, y bastante, la chatarrizacion sería una buena opción.