Revista Metro
Cartagena, de acuerdo a la visión del Plan de Ordenamiento Territorial vigente, es una ciudad construida para la gente. Bajo esta premisa, la privatización del poco espacio público que tenemos debe ser de carácter restrictivo. Por ello, este elemento vital del hábitat no debe constituirse en un arbitrio rentístico del Distrito.
La tendencia mundial en materia de espacio público es a la inversa. A través de un fenómeno conocido como la publicización de lo privado, las ciudades modernas, mediante la implementación de políticas restrictivas para la autorización del funcionamiento de grandes almacenes de superficie y centros comerciales, están logrando que estas actividades, que generan impactos urbanísticos negativos, se implanten en la periferia urbana y los suburbios, con el fin de exigirles suficientes cesiones para parques y zonas verdes, que no solo actúan como amenities para los usuarios de estos servicios sino que contribuyan a mejorar la oferta de espacio público
En Cartagena hacemos lo contrario: la autorización de la construcción de grandes centros comerciales dentro del perímetro urbano de la ciudad, como Caribe Plaza, Mall Plaza, Plaza Bocagrande y La Serrezuela, han sido los desaciertos urbanísticos más grandes que han cometido quienes manejan las políticas públicas de urbanismo y ordenamiento territorial de la ciudad. La presión sobre la movilidad, la vecindad donde se ejercen estas actividades y la lucha por el espacio público han sido desastrosas.
Los indicadores del espacio público en la ciudad, especialmente el cualificado, ese que está disponible para ser disfrutado por cualquier ciudadano en cualquier momento, es muy bajo, como se ilustra:
Esta determinante es fundamental para poder desarrollar cualquier política pública sobre el espacio público.
Además de estos factores, por la desigualdad en el desarrollo del territorio, como hemos expresado un sinnúmero de veces en esta tribuna, el problema se agrava porque la Localidad Histórica y del Caribe Norte concentra el 58,36% del total de la oferta del espacio público distrital y el 52% de la fuerza laboral.
Esta es la principal causa por la cual en esta Localidad se agrupa la mayor problemática en la ocupación del espacio público. Los usuarios del fuerte componente institucional de carácter privado y público que se reúne en esta Localidad, especialmente el Centro Histórico y su área de influencia, y las personas que buscan los espacios para recreación y cultura, ocasionan un alto flujo de peatones que atraen a los vendedores informales.
Estos hechos dificultan la ejecución de una política seria del espacio público en la ciudad, sobre todo en el Centro histórico que es donde más presión existe por parte de los operadores turísticos, que pretenden aprovechar económicamente hasta las vías públicas y los vendedores informales que hacen lo propio.
Para poder articular todos los intereses en juego y ejecutar una política pública justa en esta materia pensando como dijimos antes, que esta es una ciudad construida para la gente, debemos, primeramente, restructurar y equilibrar nuestras centralidades urbanas, descentralizando la gran mayoría de los bienes y servicios que se prestan en la Localidad Histórica y del Caribe Norte hacia las demás centralidades, y la creación de otras.
Lo otro es la peatonalización del Centro Histórico, buscando las alternativas de movilidad que mejor se adecúen, sobre todo brindando los suficientes sitios de parqueo aledaños al Centro Histórico para no traumatizar la oferta turística que allí se brinda.
Como también hemos expresado en otras columnas, las soluciones de parqueo que se brinden como solución pueden constituirse en una fuente adicional de recursos para el Sistema Integrado de Transporte Masivo.
Si ejecutamos estas acciones juiciosamente podríamos conseguir un Centro Histórico como el sitio ideal para la práctica libre de las actividades turísticas, lúdicas y culturales.
PS: ¿Por qué el Parque de la Marina, que es un espacio público distrital, sigue aprovechándose económicamente por la Armada?
Urbanístico,